La tecnología ha entrado en las clases como Pedro por su apartamento y campa a sus anchas en universidades y escuelas de negocios. Profesores y alumnos utilizan, disfrutan y ún padecen –los menos– las nuevas herramientas para aprender. Entre los primeros, la abertura del aprendizaje ancestral a la dactilar les ha exigido reciclarse, aprender y adaptarse a los nuevos soportes; para los estudiantes, nativos dactilares ya, la abertura ha sido, prácticamente, (y nunca mejor dicho) un juego de niños.
Proyectores, sistemas de audio, ordenadores, cableado de red y eléctrico, acceso a Internet, wifi desde cualquier paraje del campus, asignaturas con aforo genuino y especialidad en los llamados campus virtuales (moodle) para el égida a la docencia, son algunas de las nuevas dotaciones y herramientas tecnológicas con las que se enseña hoy en día y se complementan a la vez, con aplicaciones adicionales “como redes sociales propias para estudiantes y profesores, herramientas de ejercicio antiplagio, repositorios de objetos de aprendizaje, aperos de webconference integrados en la clase u otros para la efectuación de actividades basadas en grabaciones de audio y video de los genuinos estudiantes, por ejemplo”, explica Pedro Lara, vicerrector de estatura e exotismo académica de la facultad Europea.
En áreas más específicas, puntualiza, “el uso de tecnologías ligeras de grabación, como minicámaras o aún Google glass, que permiten emular a los estudiantes actuaciones en anatómico de un odontólogo, por ejemplo.